Sarmientos de Fernán Caballero para la investigaciónEn busca de la cencibel autóctonaALFONSO CASTRO
Los métodos de clonación científica –tan denostados cuando se trata de duplicar genes de células u organismos de origen humano- están, en cambio, absolutamente aceptados y protegidos tanto por técnicos como por políticos cuando las copias afectan al reino vegetal. Por ejemplo, a la viticultura. Es lo que está ocurriendo en zonas vitivinícolas como las comarcas de La Mancha y Campo de Calatrava, mediante investigaciones como la que llevan a cabo desde el año 2001 para preservar la variedad de uva cencibel autóctona organismos públicos como la Universidad de Castilla-La Mancha y el Instituto de la Vid y el Vino castellano-manchego (IVICAM), dependiente éste último de la Consejería de Agricultura de la Junta de Comunidades.
La idea originaria de este trabajo investigador surgió de las preocupaciones de dos personajes manchegos: un investigador (José Ángel Amorós, profesor de Viticultura de la Universidad de Castilla-La Mancha) y un bodeguero (Francisco Muñoz-Cuerva, propietario de Bodegas Naranjo en Carrión de Calatrava, provincia de Ciudad Real), alertados por la paulatina y preocupante desaparición de plantaciones viejas de la variedad cencibel en secano en estas tierras del centro-sur peninsular. Las mismas plantas a partir de las que la referida bodega elabora sus mejores vinos. A fin de tratar de situar en su contexto este trabajo de investigación, habría que empezar explicando que la castad cencibel –cuya etimología, por cierto, no está aún descrita, aunque se conocen sinónimos manchegos como jancivel o jancivera– es la que ha venido produciendo tradicionalmente vinos tintos de calidad en dos zonas vitivinícolas de gran solera como son La Mancha y Valdepeñas. Esta variedad de uva tiene múltiples sinonimias, como es sabido, siendo el más extendido el término tempranillo (sobre todo en La Rioja). Si bien, en trabajos recientemente presentados como el de A. Martins y otros autores en un Congreso de Vitivinicultura celebrado en el año 2004 en Évora (Alentejo) sobre prospecciones realizadas en La Rioja, Douro, Alentejo y Valdepeñas, se apunta la hipótesis de que la posible zona de origen de esta variedad de uva tinta tan estimada sea la manchega Valdepeñas, ya que la cencibel presenta el más alto valor de coeficiente de variación genotípico de todos los clones (225 en total) de la colección establecida en 1986 en la localidad portuguesa de Reguengos de Monsaraz. Las primeras referencias posibles de cultivo de cencibel en las comarcas hermanas de Campo de Calatrava y La Mancha se remontan a la fundación de la Orden religiosa y de caballería de Calatrava, allá por 1150 en plena dominación árabe, por el monje cisterciense francés Raymond de Cîteaux. Desde entonces y con altibajos de todo tipo puede considerarse el cultivo de este tipo de vid en Castilla-La Mancha de forma continua y documentada por múltiples referencias históricas y también literarias.
Clonación varietal
Por otra parte, y yéndonos ya al fenómeno de la clonación varietal, se tienen datos de que a lo largo de los últimos años del siglo XX y en los primeros del presente siglo se han emprendido en muchas regiones de los principales países vitícolas procesos de selección clonal sanitaria de sus principales variedades de vid. Una selección que ha culminado con la obtención de clones selectos que han reproducido los viveros y que se hallan a disposición de los viticultores que quieran hacer nuevas plantaciones. En muchos casos y fomentado por los programas europeístas de reestructuración de viñedos se ha procedido a la introducción masiva de estos clones con el consiguiente beneficio productivo y generalmente de elevada calidad. De hecho desde la Universidad castellano-manchega se hizo ya una primera selección clonal y sanitaria de cencibel en los pasados años 90, disponiéndose en la sede del Instituto de la Vid y el Vino de Castilla-La Mancha de tres clones selectos libres de virus. Si bien esta investigación tuvo sus carencias, como reconoce el profesor José Ángel Amorós. “El problema es que los criterios de selección utilizados entonces”, según este investigador, “fueron principalmente productivos y sanitarios, dejando de lado otros aspectos tan importantes como por ejemplo el contenido fenólico y antociánico, la resistencia a la sequía o la resistencia a plagas y enfermedades”. En algunas zonas vitícolas del país como Castilla-La Mancha en las últimas décadas se ha acentuado de manera especial una cierta erosión genética en esta variedad de vid que, unida a la intensa reestructuración reinante en el sector, ha hecho que exista una gran escasez de clones autóctonos de cencibel en los viveros que sirven planta a los viticultores de la zona. Esta situación deficitaria es la que llevaron hace unos años al bodeguero Francisco Muñoz-Cuerva y de manera muy particular al doctor ingeniero agrónomo José Ángel Amorós, profesor de Viticultura en el Departamento de Producción Vegetal de la Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica Agrícola de la Universidad de Castilla-La Mancha en Ciudad Real, a idear que “sería del máximo interés constituir un Banco de clones de cencibel en Castilla-La Mancha”, en palabras del propio Amorós, “antes de que se acentúe aún más la erosión genética por las nuevas plantaciones de reestructuración y el arranque de plantaciones viejas, de más de 40 años, por su baja productividad”. De hecho la procedencia del tempranillo plantado en estas últimas décadas de reconversión y reestructuración en 100.000 nuevas hectáreas de viñedo de regadío en La Mancha, aunque es diversa, en su mayoría proviene de clones riojanos producidos en viveros de zonas de Valencia, Murcia e incluso Italia. Algunos de ellos, de dudosa calidad. Son unas cifras que contrastan con las menos de 5.000 hectáreas que se calcula que quedan plantadas de ese cencibel autóctono en la región, que los agricultores han ido arrancando supuestamente al no serles rentable.
Banco de clones
El banco de clones ideado por estos investigadores tendría como máximo interés la generación de clones resistentes a la sequía y de producción de calidad en secano, cuya uva es cada vez más buscada y competida por bodegueros manchegos, dadas sus especiales características para la producción de tintos de calidad. Los primeros pasos para la implantación de este banco de clones se dieron por parte de estos investigadores manchegos en el año 2001, con el seguimiento de diez parcelas de cencibel viejo. La investigación ha continuado en estos años, pero su final hoy por hoy se vislumbra incierto, al no contar hasta el momento con una financiación asegurada para los próximos años. Sobre todo teniendo en cuenta que la conservación de plantaciones viejas y la recuperación de clones autóctonos de cencibel “puede ser una labor para toda una vida”, como apunta el profesor Amorós. De todos modos, de fallar la financiación pública en el futuro, la empresa Bodegas Naranjo ha mostrado interés en poner ella los fondos económicos que sean necesarios, con el inconveniente de que de darse esta situación los resultados y el material vegetal acabarían siendo de uso exclusivamente privado. En estos momentos los dos investigadores máximos del proyecto –el profesor Amorós y su compañero Juan Campos- siguen trabajando en el mismo con una ayuda para grupos emergentes de la Universidad de Castilla-La Mancha de 5.000 euros anuales. Estos dos profesores de la Escuela de Ingeniería Técnica Agrícola de la Universidad castellano-manchega en estas primeras fases del proyecto tienen localizados en La Mancha Occidental y en Valdepeñas alrededor de 50 clones que se están siguiendo en campo y que se han trasladado a maceta a la Finca Galiana, en Ciudad Real, de titularidad pública, en la que la Universidad castellano-manchega viene realizando diversas investigaciones agrarias. Concretamente los sarmientos recogidos en reposo vegetativo para la investigación proceden de plantaciones existentes en los términos municipales de Carrión de Calatrava, Torralba de Calatrava, Fernancaballero, Villarrubia de los ojos, Almagro y Valdepeñas. Todos ellos de la provincia de Ciudad Real. Paralelamente en el Instituto de la Vid y el Vino de Castilla-La Mancha (IVICAM), con sede en Tomelloso (Ciudad Real), varios de sus técnicos están siguiendo un grupo de 50 clones de cencibel procedentes de plantaciones de tierras manchegas de Cuenca y Toledo. “La colección la tenemos duplicada en macetas”, comenta José Ángel Amorós, “en el IVICAM y en la Finca Galiana, aunque son los técnicos del Instituto de la Vid los que hacen el estudio sanitario de los clones”.
Objetivos esenciales del proyecto
La idea es crear un banco de unos 300 clones en maceta y en campo, como mejor forma de conservarlos y en una segunda fase se haría un ensayo de los clones más destacados en aspectos determinados como antocianos, flavonoides, resistencia a sequía, etcétera. Los objetivos iniciales de este proyecto investigador son varios, comenzando, como ya hemos comentado, con el establecimiento de una colección de clones de cencibel, a través de la recogida de muestras de las plantaciones de esta variedad existentes en Castilla-La Mancha, con preferencia de plantaciones de más de 30 años y que vayan a ser arrancadas. Para ello se están utilizando métodos clásicos de selección clonal masal, pero sin criterios productivistas y buscando la máxima diversidad. La selección se está realizando en macetas de 50 litros, conservándose también muestras en cámaras frigoríficas y otras congeladas. Un objetivo esencial del proyecto es la identificación del estado sanitario de dichos clones, para su posible evaluación y multiplicación. “El estado sanitario será un dato más, pero no será causa de eliminación del clon”, apunta Amorós, “ya que probablemente después de 40 años de plantación, se puedan haber desarrollado resistencias”. Muy importante también en el proyecto es la identificación de similitudes y diferencias de los distintos clones desde el punto de vista ampelográfico y enológico, sobre todo respecto a la acumulación de antocianos, dado que esta familia de polifenoles presenta un gran interés desde el punto de vista taxonómico y para la elaboración de vinos de calidad. A este respecto el profesor Amorós ha comentado a preguntas de elmundovino que se está trabajando en las diferencias que puedan darse en el cencibel autóctono manchego respecto a muestras de tempranillo de otras zonas geográficas. “En principio pensamos que nuestro cencibel se adapta mejor a la sequía y produce vinos más coloreados y robustos, pero tenemos que confirmarlo”, han sido sus palabras. Y finalmente con este proyecto de clonación se intenta que la colección de clones en un futuro no muy lejano pueda ser punto de partida para la evaluación de clones en campo y posible suministro a viveristas que manifiesten interés en ellos. “Por supuesto que el fin último de los clones es la elaboración de vinos”, contesta el profesor Amorós a una pregunta nuestra, “pero para ello necesitamos primero definir los más interesantes en calidad, luego plantarlos en cantidad suficiente para vinificar y luego esperar a que las viñas se estabilicen y produzcan”. Un proceso éste lento, que Amorós calcula en un período de ocho a 10 años. Y la investigación tendrá que determinar también si hay clones especiales para tintos jóvenes o para grandes reservas, “aunque teniendo siempre en cuenta”, matiza el investigador, “que la vocación del cencibel es clara para tintos de crianzas cortas, en torno a 6-9 meses”.
Fecha de publicación: 29.11.2006.
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