Capachoso y Luminoso animaron el tradicional festejo al que acudió numeroso público al caer en sábado
(Fuente: lanzadigital.com)
Capachoso y Luminoso, los dos toros que protagonizaron ayer el tradicional encierro de Fernán Caballero con motivo de las Fiestas de San Agustín, cumplieron todas las expectativas: Largas y vistosas carreras que hicieron correr a los mozos y divirtieron al “respetable” de uno de los festejos más importantes de esta localidad que hoy finaliza su Feria.
Sustos, algunos golpes y buenas carreras pudieron verse en Fernán Caballero durante un encierro en el que no faltaron las caídas y los empujones provocados por los nervios o la falta de pericia de algunos corredores a la hora de esquivar la trayectoria de los astados.
La anécdota de la tarde la protagonizó uno de los toros, concretamente Capachoso, que accedió en varias ocasiones al interior de un corralón perteneciente a una vivienda del recorrido, lo que motivó que se hiciera uso del carro que manejan los mozos para sacar al animal de esta propiedad particular.
Con anterioridad, los dos astados se unieron para hacer el recorrido juntos y protagonizaron largas y emocionantes carreras que con el paso de la tarde se tornaron en esporádicas, aunque con arranques peligrosos conforme avanzó la confianza de los corredores.
Remolques, ventanas, árboles, balcones, talanqueras. Cualquier sitio fue bueno para resguardarse de unos astados que este año y, a juzgar por los comentarios de muchos fernanducos, dejaron alto el pabellón de la ganadería local Víctor y Marín, propietaria de los morlacos.
Uno, negro listón y acapachado, y el otro, negro zaíno y con buen remate, contribuyeron con su entrega al lucimiento de los más avezados corredores en una tradicional cita a la que acudieron muchísimas personas de otras localidades al coincidir este año en sábado, apreció el fernanduco Jesús Diestro, a quien le gustó el encierro por el “juego” que dieron los dos toros, lo que hizo que la gente se divirtiera.
Tras el enérgico inicio, los toros se resguardaron el uno al otro y cuando “se vinieron abajo” fueron movidos por el carro. Hubo varios resbalones en el encierro y uno de los astados rompió las vallas de una de las puertas del Casino, por lo que tuvo que ser cerrado de nuevo ese acceso para evitar situaciones de peligro.
Luminoso murió poco antes de las nueve de la tarde, y Capachoso pasadas las nueve y media, con lo que dio por concluido un encierro que el manzanareño José Antonio Saavedra, al que ayer acudió por primera vez con su esposa, calificó de “maravilloso. Los toros son grandísimos y la gente muy acogedora”, concluyó Saavedra, sobre un festejo que obligó a algunos hasta a subirse a los árboles para evitar dolorosas cornadas.
Sustos, algunos golpes y buenas carreras pudieron verse en Fernán Caballero durante un encierro en el que no faltaron las caídas y los empujones provocados por los nervios o la falta de pericia de algunos corredores a la hora de esquivar la trayectoria de los astados.
La anécdota de la tarde la protagonizó uno de los toros, concretamente Capachoso, que accedió en varias ocasiones al interior de un corralón perteneciente a una vivienda del recorrido, lo que motivó que se hiciera uso del carro que manejan los mozos para sacar al animal de esta propiedad particular.
Con anterioridad, los dos astados se unieron para hacer el recorrido juntos y protagonizaron largas y emocionantes carreras que con el paso de la tarde se tornaron en esporádicas, aunque con arranques peligrosos conforme avanzó la confianza de los corredores.
Remolques, ventanas, árboles, balcones, talanqueras. Cualquier sitio fue bueno para resguardarse de unos astados que este año y, a juzgar por los comentarios de muchos fernanducos, dejaron alto el pabellón de la ganadería local Víctor y Marín, propietaria de los morlacos.
Uno, negro listón y acapachado, y el otro, negro zaíno y con buen remate, contribuyeron con su entrega al lucimiento de los más avezados corredores en una tradicional cita a la que acudieron muchísimas personas de otras localidades al coincidir este año en sábado, apreció el fernanduco Jesús Diestro, a quien le gustó el encierro por el “juego” que dieron los dos toros, lo que hizo que la gente se divirtiera.
Tras el enérgico inicio, los toros se resguardaron el uno al otro y cuando “se vinieron abajo” fueron movidos por el carro. Hubo varios resbalones en el encierro y uno de los astados rompió las vallas de una de las puertas del Casino, por lo que tuvo que ser cerrado de nuevo ese acceso para evitar situaciones de peligro.
Luminoso murió poco antes de las nueve de la tarde, y Capachoso pasadas las nueve y media, con lo que dio por concluido un encierro que el manzanareño José Antonio Saavedra, al que ayer acudió por primera vez con su esposa, calificó de “maravilloso. Los toros son grandísimos y la gente muy acogedora”, concluyó Saavedra, sobre un festejo que obligó a algunos hasta a subirse a los árboles para evitar dolorosas cornadas.
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