Un negocio manchego
(27/11/2009. Fuente:www.elcorreodigital.com)
Sabíamos que Fernán Caballero era el seudónimo de una escritora realista del XIX, Cecilia Böhl von Faber, pero no que era también el nombre de un pueblito de Ciudad Real por el que pasó la iurbentia de Jabyer Fernández. Ya lo ven, una de las cosas buenas que tiene la serie negra inmobiliaria, ese género patrio que combina el 'thriller' y el astracán, es que los aficionados terminamos aprendiendo geografía. Ustedes se preguntarán qué se le perdió a la pujante iurbentia de 2007 en un municipio manchego de mil habitantes. ¿Una inversión en quesos? Pues no, algo todavía más curioso: la compra por siete millones de euros de un secarral valorado en cuarenta y tres mil.
Sí, estoy de acuerdo: comprar algo por ciento sesenta veces más de lo que vale no parece inteligente. Es como si ustedes hubiesen pagado 160 euros por este periódico. El nuevo diseño es bonito, estoy de acuerdo, pero habría sido exagerar. No hay que ser el sobrino listo de Sherlock Holmes para maliciarse que en todo el asunto quizá tenga algo que ver que el administrador de la empresa vendedora fuese el marido de la alcaldesa de Fernán Caballero, un senador socialista por más señas. Si vuelven a leer la última frase, advertirán que ella misma genera un eco melodioso: «recalificar, recalificar, recalificar». Mientras se aclara el chanchullo, queda claro cómo se juega en ciertos despachos. Los nuevos directivos de iurbentia dicen que el negocio manchego es un escándalo y han demandado a la empresa vendedora. Los viejos directivos de iurbentia dicen que los nuevos directivos sabían lo que había, aunque se abstienen de explicárnoslo al resto. Al senador y a la alcaldesa socialista mejor telefonearles a la mansión, pero no en horario de piscina. Hay que reconocer que entre unos y otros han logrado una cosa: poner a Fernán Caballero en el mapa. En el mapa infamante del sainete inmobiliario, pero en el mapa al fin y al cabo.
(27/11/2009. Fuente:www.elcorreodigital.com)
Sabíamos que Fernán Caballero era el seudónimo de una escritora realista del XIX, Cecilia Böhl von Faber, pero no que era también el nombre de un pueblito de Ciudad Real por el que pasó la iurbentia de Jabyer Fernández. Ya lo ven, una de las cosas buenas que tiene la serie negra inmobiliaria, ese género patrio que combina el 'thriller' y el astracán, es que los aficionados terminamos aprendiendo geografía. Ustedes se preguntarán qué se le perdió a la pujante iurbentia de 2007 en un municipio manchego de mil habitantes. ¿Una inversión en quesos? Pues no, algo todavía más curioso: la compra por siete millones de euros de un secarral valorado en cuarenta y tres mil.
Sí, estoy de acuerdo: comprar algo por ciento sesenta veces más de lo que vale no parece inteligente. Es como si ustedes hubiesen pagado 160 euros por este periódico. El nuevo diseño es bonito, estoy de acuerdo, pero habría sido exagerar. No hay que ser el sobrino listo de Sherlock Holmes para maliciarse que en todo el asunto quizá tenga algo que ver que el administrador de la empresa vendedora fuese el marido de la alcaldesa de Fernán Caballero, un senador socialista por más señas. Si vuelven a leer la última frase, advertirán que ella misma genera un eco melodioso: «recalificar, recalificar, recalificar». Mientras se aclara el chanchullo, queda claro cómo se juega en ciertos despachos. Los nuevos directivos de iurbentia dicen que el negocio manchego es un escándalo y han demandado a la empresa vendedora. Los viejos directivos de iurbentia dicen que los nuevos directivos sabían lo que había, aunque se abstienen de explicárnoslo al resto. Al senador y a la alcaldesa socialista mejor telefonearles a la mansión, pero no en horario de piscina. Hay que reconocer que entre unos y otros han logrado una cosa: poner a Fernán Caballero en el mapa. En el mapa infamante del sainete inmobiliario, pero en el mapa al fin y al cabo.
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